Ni el esfuerzo más titánico de la municipalidad,
logra librar a Estelí de la suciedad. Recoger 9,000 metros cúbicos de
basura al mes y brindar una cobertura del 90% del servicio de aseo,
parecen insuficientes para una ciudad comercial que recibe a diario a
muchos visitantes que contribuyen a ensuciar sus calles.
La Alcaldía de Estelí, ciudad conocida como el Diamante de las Segovias, calcula que unos 3,500 metros cúbicos de desperdicios se acumulan mes a mes en las calles y en más de tres botaderos clandestinos.
El 35% que no paga por la limpieza domiciliar, nunca honra su deuda porque no existe un trabajo de presión que los obligue a pagar, señala Elizabeth Cárcamo, Directora de Comunicación de la municipalidad.
Cifras oficiales indican que la ciudad de Estelí concentra a unos 100,000 habitantes, que equivalen al 78.89% de la población total del municipio, estimada en 122,924 individuos.
Según datos de la municipalidad, la cobertura del servicio de recolección de basura está garantizada en 66 de los 74 barrios del casco urbano. Los que quedan fuera son asentamientos ilegales, donde la carencia de vías imposibilita el acceso de los camiones recolectores.
De acuerdo con Cárcamo, otra limitante que enfrenta la municipalidad es la falta de recursos técnicos, pues apenas disponen de seis camiones recolectores y algunos ya están deteriorados por el intenso trajinar. Para cubrir toda la ciudad, la funcionaria calcula que se necesitan cuatro equipos más.
Además, señala la vocera municipal, ante la falta de maquinaria adecuada, muchos operarios trabajan en condiciones mínimas de seguridad durante la recolección de desperdicios domiciliares, pues arriesgan el físico al viajar en lo alto de los cúmulos de basura que se transporta en camiones volquetes.
Al esfuerzo municipal se suman las jornadas de limpieza que cada dos meses organiza la Alcaldía junto al Ministerio de Salud y líderes de barrios, que cuenta --además-- con el apoyo de otras instituciones como el Ejército de Nicaragua, añade Cárcamo.
Ingenio para evacuar desechos
Como el servicio no llega a todos, en algunos barrios nuevos como el “Alexis Argüello”, sus moradores literalmente se las ingenian para deshacerse de los desperdicios que producen en sus hogares.
Cándida Rosa Gutiérrez, líder comunitaria, afirma que los vecinos reúnen los desechos sólidos (plásticos y botellas) y los llevan hasta el Barrio “Boris Vega”, distante a unas seis cuadras, en los días que pasa el camión. Los desechos que no logran trasladar, en su mayoría orgánicos, son enterrados en los patios.
Pero esa conciencia por mantener los desperdicios bajo control no la tienen todos los ciudadanos. Según un estudio realizado por docentes de la Universidad Internacional de la Integración Regional de América Latina, campus regional Estelí, el aspecto cultural es el principal obstáculo para controlar la problemática de la basura.
En el estudio, los docentes de Desarrollo Social explican que como esta ciudad registra un tránsito importante de visitantes, los foráneos no suelen tener problemas en tirar la basura en cualquier parte.
Ejemplos opuestos: Condega y La Trinidad
La investigación distingue a Condega --uno de los seis municipios del departamento de Estelí-- como un ejemplo digno de imitar. Aquí, la mayor parte de la población urbana es autóctona y ha creado el hábito de no lanzar la basura a la vía pública, logrando de esa manera mantener limpias las calles.
Si alguien decide comerse una fruta, elige entre esperar llegar a su casa para ubicar las cáscaras o semillas en el recipiente o costal de la basura o bien deposita los desechos en alguno de los barriles colocados por la comuna.
Pero “en la ciudad de Estelí hay mucha gente de tránsito, y si va por la calle y se come una fruta, o bebe un refresco, los desechos o empaques los tiran en la vía pública y hasta en las aceras de las casas de los vecinos”, mencionan.
El estudio otorga, además, “malas notas” al municipio de La Trinidad, y lo coloca como uno donde más basura se lanza a la calle. En contraste, Condega resalta como el núcleo urbano más limpio del departamento.
Brigadas ambientales
Como parte de los esfuerzos por controlar el “reguero” de basura en las calles, la Alcaldía del “Diamante de Las Segovias” mantiene alianzas desde 2008 con el Ministerio de Educación, para conformar brigadas ambientales en los centros de enseñanza pública y subvencionados, para que sus integrantes impartan charlas al resto de estudiantes y que niños y jóvenes aprendan a reciclar basura.
Para Elvira Lanuza, Directora de Medio Ambiente en Estelí, la batalla contra la basura debe contemplar, además, el cuido de las fuentes de agua superficiales y subterráneas, ya que estas se ven perjudicadas por el exceso de desechos acumulados en las calles, andenes, puentes y otros lugares.
En medio de la problemática, en la ciudad ya hay quienes comienzan a sacar beneficios de los desperdicios. Un ejemplo es don Pedro Rafael García, quien sale a diario de su casa para recorrer algunas zonas de la ciudad en un triciclo. Don Pedro no pedalea en vano: recoge envases plásticos y cualquier desecho reciclable que luego vende y lo transforma en dinero.
La Alcaldía de Estelí, ciudad conocida como el Diamante de las Segovias, calcula que unos 3,500 metros cúbicos de desperdicios se acumulan mes a mes en las calles y en más de tres botaderos clandestinos.
 |
| La falta de vehículos adecuados para recolectar los
desechos, hace que algunos operarios laboren en condiciones inseguras al
viajar sobre la pila de basura que lleva un volquete.Máximo Rugama/END |
Un “Diamante” opacado por la mugre
Parte del problema que enfrentan las autoridades locales con el manejo de la basura, radica en que un 65% de los domicilios que se benefician con el servicio de limpieza municipal lo retribuyen con un pago simbólico que oscila entre los C$10 y C$15, mientras que supermercados y fábricas pagan C$1,500 por un servicio especial de recolección.El 35% que no paga por la limpieza domiciliar, nunca honra su deuda porque no existe un trabajo de presión que los obligue a pagar, señala Elizabeth Cárcamo, Directora de Comunicación de la municipalidad.
Cifras oficiales indican que la ciudad de Estelí concentra a unos 100,000 habitantes, que equivalen al 78.89% de la población total del municipio, estimada en 122,924 individuos.
Según datos de la municipalidad, la cobertura del servicio de recolección de basura está garantizada en 66 de los 74 barrios del casco urbano. Los que quedan fuera son asentamientos ilegales, donde la carencia de vías imposibilita el acceso de los camiones recolectores.
De acuerdo con Cárcamo, otra limitante que enfrenta la municipalidad es la falta de recursos técnicos, pues apenas disponen de seis camiones recolectores y algunos ya están deteriorados por el intenso trajinar. Para cubrir toda la ciudad, la funcionaria calcula que se necesitan cuatro equipos más.
Además, señala la vocera municipal, ante la falta de maquinaria adecuada, muchos operarios trabajan en condiciones mínimas de seguridad durante la recolección de desperdicios domiciliares, pues arriesgan el físico al viajar en lo alto de los cúmulos de basura que se transporta en camiones volquetes.
Al esfuerzo municipal se suman las jornadas de limpieza que cada dos meses organiza la Alcaldía junto al Ministerio de Salud y líderes de barrios, que cuenta --además-- con el apoyo de otras instituciones como el Ejército de Nicaragua, añade Cárcamo.
Ingenio para evacuar desechos
Como el servicio no llega a todos, en algunos barrios nuevos como el “Alexis Argüello”, sus moradores literalmente se las ingenian para deshacerse de los desperdicios que producen en sus hogares.
Cándida Rosa Gutiérrez, líder comunitaria, afirma que los vecinos reúnen los desechos sólidos (plásticos y botellas) y los llevan hasta el Barrio “Boris Vega”, distante a unas seis cuadras, en los días que pasa el camión. Los desechos que no logran trasladar, en su mayoría orgánicos, son enterrados en los patios.
Pero esa conciencia por mantener los desperdicios bajo control no la tienen todos los ciudadanos. Según un estudio realizado por docentes de la Universidad Internacional de la Integración Regional de América Latina, campus regional Estelí, el aspecto cultural es el principal obstáculo para controlar la problemática de la basura.
En el estudio, los docentes de Desarrollo Social explican que como esta ciudad registra un tránsito importante de visitantes, los foráneos no suelen tener problemas en tirar la basura en cualquier parte.
Ejemplos opuestos: Condega y La Trinidad
La investigación distingue a Condega --uno de los seis municipios del departamento de Estelí-- como un ejemplo digno de imitar. Aquí, la mayor parte de la población urbana es autóctona y ha creado el hábito de no lanzar la basura a la vía pública, logrando de esa manera mantener limpias las calles.
Si alguien decide comerse una fruta, elige entre esperar llegar a su casa para ubicar las cáscaras o semillas en el recipiente o costal de la basura o bien deposita los desechos en alguno de los barriles colocados por la comuna.
Pero “en la ciudad de Estelí hay mucha gente de tránsito, y si va por la calle y se come una fruta, o bebe un refresco, los desechos o empaques los tiran en la vía pública y hasta en las aceras de las casas de los vecinos”, mencionan.
El estudio otorga, además, “malas notas” al municipio de La Trinidad, y lo coloca como uno donde más basura se lanza a la calle. En contraste, Condega resalta como el núcleo urbano más limpio del departamento.
Brigadas ambientales
Como parte de los esfuerzos por controlar el “reguero” de basura en las calles, la Alcaldía del “Diamante de Las Segovias” mantiene alianzas desde 2008 con el Ministerio de Educación, para conformar brigadas ambientales en los centros de enseñanza pública y subvencionados, para que sus integrantes impartan charlas al resto de estudiantes y que niños y jóvenes aprendan a reciclar basura.
Para Elvira Lanuza, Directora de Medio Ambiente en Estelí, la batalla contra la basura debe contemplar, además, el cuido de las fuentes de agua superficiales y subterráneas, ya que estas se ven perjudicadas por el exceso de desechos acumulados en las calles, andenes, puentes y otros lugares.
En medio de la problemática, en la ciudad ya hay quienes comienzan a sacar beneficios de los desperdicios. Un ejemplo es don Pedro Rafael García, quien sale a diario de su casa para recorrer algunas zonas de la ciudad en un triciclo. Don Pedro no pedalea en vano: recoge envases plásticos y cualquier desecho reciclable que luego vende y lo transforma en dinero.
