Medio centenar de obreros del tabaco casi mueren porque el tráiler en el que viajaban se soltó del vehículo que los halaba, resultando golpeados y lesionados.
El accidente ocurrió cerca de “Los Pocoyos”, ubicado en el kilómetro 151 de la carretera que comunica Estelí con La Concordia.
La camioneta iba cargada de pacas de tabaco y atrás iban dos tráileres con 55 obreros y jornaleros, entre hombres y mujeres.
Pero al último tráiler se le zafó el pin o barra de acero que lo enlazaba con el segundo para ser halado. Debido a esto, el rústico carruaje se descarriló e impactó contra la vía pavimentada y varios pasajeros salieron por los aires y otros se golpearon entre sí.
Un equipo de la Dirección General de Bomberos se presentó al sitio del accidente, brindó los primeros auxilios a los perjudicados y luego trasladó en una ambulancia a 6 golpeados, confirmó el teniente primero Juan Francisco Figueroa Carrasco.
Los golpeados más graves son: Harold Espinosa, de 24 años de edad, sufrió golpes contusos en todo el cuerpo y afectaciones en el área lumbar y pie derecho; Jenny Zavala, de 18 años; Jenny Muñoz, de 19; y Silvia Mendoza, de 42, quien sufrió una crisis nerviosa y golpes leves.
Adaptaciones prohibidas
La comisionada Elvia Hidalgo, jefa de la Dirección Departamental de la Policía de Tránsito de Estelí, señaló que les han llamado la atención, retenido los vehículos e impuesto multas a quienes hacen adaptaciones a los vehículos para halar tráileres para transportar gente, porque eso no es legal y es peligroso.
“No tienen autorización para hacer esas adaptaciones en camionetas o tractores, porque en la licencia de circulación del vehículo señala sus características, capacidad de pasajeros y categoría”, dijo.
Anunció que oficiales de la Dirección de Tránsito realizarán recorridos y el que abuse haciéndole adaptaciones a su vehículo, lo sancionarán o multarán de acuerdo a la Ley de Tránsito.
Recientemente la Policía retuvo unos siete vagoncitos que eran halados por una motocicleta, el que era utilizado para trasladar a niños. La dueña supuestamente los había comprado en Sébaco, Matagalpa, y no tenía autorización para instalárselo al vehículo liviano.
MAXIMO RUGAMA/END
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